Qué Gran Invento los Ordenadores

Una de las primeras personas que conocí al comienzo de mi vida laboral, me contaba sus primeros contactos con los ordenadores cuando empezaron a aparecer por las empresas constructoras. Primero por los departamentos técnicos y poco a poco por las oficinas de obra. Con su habitual gracia, me explicaba que cuando supo lo que era capaz de hacer un ordenador, tenía claro que harían falta muchas menos horas de trabajo para conseguir los mismos resultados y en consecuencia habría muchas más vacaciones para todos. Sin duda no se esperaba lo que estaba por venir.
La realidad es que los ingenieros se convirtieron en administrativos, delineantes y técnicos por el mismo precio, trabajando las mismas horas o más, reduciendo los plazos de entrega hasta lo impensable, y comenzando una loca carrera hacia ninguna parte.
Yo soy de los que siempre he defendido que los avances técnicos deberían habernos posibilitado mejorar nuestra calidad de vida, y en muchos ámbitos así ha sido, disponemos de mejores vacunas, vivimos más años y con mejor calidad, tenemos a nuestra disposición más y mejores alimentos, y productos de consumo. Sin embargo en el ámbito laboral hay algo que falla.
Los ordenadores y las nuevas tecnologías nos han facilitado mucho el trabajo como técnicos, pero no han mejorado nada nuestra calidad de vida. Se trabajan las mismas horas o incluso más, porque permiten poder trabajar a distancia, y el trabajo realizado no siempre es de mejor calidad.
Quizás el problema haya sido nuestro, que no hemos sabido emplear los medios a nuestro alcance de manera adecuada, seguramente por una formación deficiente en este aspecto. Es raro el día que no te llega un correo, con algún fichero de varios megas, que abres con ansiedad, esperando que sea la solución a los grandes problemas de la humanidad, y luego sólo contiene unas pocas líneas de texto, o algún fichero de autocad con innumerable capas antiguas, que se han ido «heredando» de sucesivas versiones del plano y que nadie ha depurado. Nos hemos acostumbrado a la gran velocidad de las comunicaciones y a la bajada de precio exponencial del espacio de almacenamiento, y hemos perdido los buenos hábitos.
Y que decir del e-mail, usado hasta el uso y abuso. Con copia en gran cantidad de correos que no deberías de recibir, que no puedes leer muchas veces, y que sobrecargan tu trabajo de forma innecesaria. Por no hablar del teléfono, ese «invento diabólico», que suena siempre en el momento más inoportuno para alterar tus planes de trabajo con «urgencias» de última hora, siempre al final de la tarde o del viernes.
En fin, creo que deberíamos reflexionar sobre esto.
@ El Ingeniero del Futuro.
Saludos.

Presente y Futuro de la Ingeniería Civil